He escuchado a lo largo de los años, diferentes argumentos por los que una persona analiza las posibilidades de acometer un proyecto personal relacionado con una actividad empresarial desde cero, así como que también he escuchado a aquellos, que parece que en su genética ya se encuentran los ingredientes para emprender, y que en ningún momento se han planteado lo contrario.
Conozco dos casos que han merecido su atención, con reflexiones diferentes. Uno de ellos, llega a Madrid adolescente, y se inicia en la profesión de carpintero. De manera autónoma realiza un trabajo para la casa de un empresario muy conocido, el cuál le dice, que le ha encantado el trabajo que ha realizado. El carpintero (por no citar su nombre), le cuenta brevemente que llegó a Madrid con ganas de prosperar. Sin estudios, eligió la carpintería porque le gustaba. El empresario, le dijo, estoy dispuesto a contratarte en mi empresa, y ayudarte a formarte. El carpintero le dijo, "yo he venido a Madrid a ser empleador, no para ser empleado".
En la actualidad, este carpintero que tiene un reconocido prestigio, con cerca de 80 años de edad, que sigue cotizando a la seguridad social como autónomo, merece mi atención cada vez que me cruzo en la calle con él, y promuevo el escucharle. Mi reflexión, es que nació para trabajar para él, para tomar sus propias decisiones, pero más aún, con unos fundamentos base dignos de ser copiados..
El otro caso, es un empresario propietario de una conocida empresa de transportes. Su reflexión para iniciarse cono emprendedor, parte de sus ganas de conocer mundo. De origen Aragonés, de un pequeño pueblo, le promueve conocer el mundo haciéndose camionero.
La historia de este empresario, sin formación, le hace ir caminando hacia el camino de ser empresario, basando su toma de decisiones en parámetros y argumentos poco convencionales pero efectivos. Me refiero a poco convencionales porque no se estudian. Simplemente cuando se conocen estos argumentos, reflexionas de que son de lo que diríamos de "perogrullo", pero que no todas las personas, e ncluso personas que tienen un negocio, tienen la capacidad de aplicar..
Lo más sorprendente de este empresario, es que cuando ya estaba construyendo los pilares de su negocio, sufre una serie de vicisitudes que lo llevan a una difícil situación económica. Aún así logra salir adelante, no exento de duras años de trabajo y sufrimiento. En este caso, considero que esta persona, se basa en unos principios muy básicos motivados, creo, por el lugar y la familia donde ha nacido. Uno de estos principios, es el no tener miedo.
Dicho todo lo anterior, cabe destacar, que también se podrían escribir numerosos renglones de personas, que siendo tenaces, con ideas claras, con un proyecto sólido, han fracasado. También cabe destacar, de otros y otras, que aún habiendo fracasado lo han vuelto a intentar nuevamente, algunos y algunas de ellos y ellas, vuelven a fracasar y lo vuelven a intentar, otros y otras, deciden volver a ser empleados y empleadas, decisiones muy respetables.
Mi reflexión en el momento de decidir acometer un proyecto personal y poner en marcha una actividad económica, vino motivada por las dificultades de quedarme sin trabajo. Decir que pertenezco a una generación donde se ha denostado a los mayores, principalmente en el mundo laboral, pero eso será objeto de otro post.
Pasado los años desde aquella decisión, reflexiono del error de mi familia el promover como prioritario, e incluso como única salida el trabajar para otro. Incluso nuestra sociedad, la española, no promueve desde los inicios de la escuela y desde la universidad, el acometer un proyecto personal. En otro post comentaré con más detalle lo que supone que una sociedad tenga la capacidad de promover, no solo el talento, sino aquellas personas con unas características personales hechas para ser emprendedores, y más allá de la formación, de esos adjetivos que ahora, en cualquier charla empresarial, o en cualquier proceso de selección están en boca de todos.
Hay una frase que he escuchado en la película de la Red Social, que supongo estará contrastara, que a la Universidad de Harward nadie va a estudiar para encontrar un buen trabajo, va para diseñar su puesto de trabajo.